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Diez años después…

Hace 10 años y un día, el ruido constante de las cacerolas, hacía que saliese a la calle para ver qué pasaba. En ese entonces vivía a tres cuadras del Congreso.

Unos minutos después, recibía el llamado de la gente de la radio donde trabajaba que me recomendaba que me fuera a dormir temprano, para estar al otro día a primera hora en la Plaza de Mayo. Me aseguraban que sería un día complicado.

El 20 de diciembre de 2001, a las 8.30hs. ya estaba en la Plaza de Mayo, la cual habían vallado; sólo había unos 50 o 60 manifestantes y muchos periodistas. A los pocos minutos, ya tuve la dimensión de lo que iba a ser ese día: Estaba saliendo al aire por FM la Tribu, cuando dos policías salieron de atrás de las vallas y se acercaron hacia el lugar donde me encontraba; a unos pocos metros había un pibito de entre unos 10 o 12 años, y quién sabe por qué razón, se lo querían llevar detenido. Comenzaron a tirarle de los pelos, como si se tratara de la crin de un caballo. No tuve ninguna duda de que teníamos que tirar de los pies del pibe para que no se lo llevaran.

De ahí en más llegó mucha gente. La policía reprimió a las Madres de Plaza de Mayo y la camioneta de la radio se las transportaba para salvarlas de la paliza de la policía montada.

La gente que llegaba a la plaza era muy diferente pero todos parecíamos estar parados en el mismo lugar. Cuando el primer gas lacrimógeno me pegó de lleno, un tipo al que ni conocía, se encargó de partir su pañuelo al medio, me tiró un poco de agua en la cabeza y me dio un limón para que pudiese seguir laburando.

De ahí en más, fueron incontables la cantidad de veces que tuve que gritar que era periodista para que no me dispararan. La policía que iba en moto, parecía que estaba en una cacería de moscas y luego de vaciar la plaza, se encargaban de perseguir grupitos por la Av. de Mayo.

En una de esas situaciones nos salvamos de milagro gracias a que nos tiramos al piso, pero no puedo olvidarme del ruido de las balas golpeando, por sobre mí, contra las chapas de un negocio.

Las imágenes posteriores eran una mezcla entre una ciudad que parecía haber sido arrasada por una guerra y situaciones cuasi medievales, donde miles de personas corrían por la Av. 9 de Julio.

La Jueza Cervini de Cubría cruzaba la plaza para consultar quién estaba al mando del operativo de seguridad, nos enterábamos fuertes rumores de la renuncia de De La Rúa, mientras ya veíamox los primeros muertos en la calle. Eran pibes igualitos a mí, con la diferencia que habían pasado unos segundos antes por «ese lugar».

Diez años después, me mandan por mail, unos audios donde me escucho realizando esa cobertura.

Escucharme me impacta, me pone la piel de gallina, me transporta a ese día….

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